A lo largo de cientos de miles de años en Chile han surgido y evolucionado formas de vida que son únicas: el Alerce, el segundo árbol más longevo del planeta, el monito de monte, el marsupial más antiguo, y el pudú, el ciervo más pequeño, por nombrar unas pocas. El valor de la diversidad biológica de Chile ha sido reconocido por organismos internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Conservation International y el Banco Mundial, que han clasificado, por ejemplo, a la Ecorregión Valdiviana entre las 25 de máxima prioridad planetaria para la conservación, debido a su alto endemismo y al grado de amenaza que la afecta.

El Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, la principal herramienta para proteger la biodiversidad del país, presenta serias limitaciones –de representatividad ecológica, de conectividad y de presupuesto– para cumplir con su objetivo en el largo plazo y es poco probable que logre superarlas en el futuro cercano. Mientras tanto, los espacios naturales siguen siendo destruidos y fragmentados como resultado de las actividades forestales, agrícolas, industriales y urbanas. Nuestro margen de respuesta es cada vez más estrecho.

Una señal promisoria son las Áreas Protegidas Privadas (APP) que han crecido explosivamente en Chile a contar de los años 90 adquiriendo una importancia cada vez más estratégica. Su principal fortaleza radica en las sólidas motivaciones de sus gestores, en su mayoría simples ciudadanos que sin incentivo ni reconocimiento alguno han llegado a proteger más de 820 mil hectáreas , sumando unas 250 iniciativas.

La fuerza que ha movido a cientos de chilenos a proteger cientos de miles de hectáreas representa un potencial enorme. Pero este potencial ha permanecido hasta ahora disperso en el territorio y fragmentado en sus propósitos.

Si las APP se coordinaran bajo una visión y estrategia comunes no sólo podrían sumar a cientos más de chilenos, sino que su sentido mismo se vería reforzado al ser posible dirigir las inversiones privadas hacia los territorios que es prioritario y urgente conservar, orientando su gestión para generar beneficios concretos a las familias y comunidades que habitan en sus cercanías. Parques Para Chile con el propósito de avanzar hacia esa coordinación estratégica de los esfuerzos ciudadanos por conservar la biodiversidad en el largo plazo.

“Cada acción de conservación que emprendamos puede proteger una hebra del tejido de la vida que nos sostiene”.